Argentina cambió de rumbo. La oportunidad de volver a la libertad, la verdad y la dignidad de los ciudadanos.

No suelo escribir sobre temas políticos, pero en este caso en particular conozco tanto a los que se han ido, que hasta para los periodistas nos resulta asombroso hasta qué nivel de autoritarismo, corrupción y desfalco ha llegado gran parte de la sociedad de los argentinos.

Y digo gran parte, porque no sólo ese sector de la política se ha corrompido, sino también sus cómplices de la empresa, las organizaciones, la cultura y el periodismo.

La falsa idea del llamado patriotismo ha usado valores intocables y sublimes para hacer política, exaltar a los iletrados y garantizar la permanencia en el poder durante décadas, subvencionando la vagancia y la ignorancia, y fomentando una  revolución que sólo benefició a algunos y perjudicó a la mayoría; esa famosa «utopia», ya hoy demodé.

La condición de los argentinos que se los homologa como «pilotos de tormenta» llegó a su fin para una sociedad que se cansó de la turbulencia y sus serias consecuencias; votaron el cambio y botaron a los corruptos.

Siempre diferenciando que sólo una parte de las empresas, las organizaciones, la cultura y el periodismo se sumaron al desfalco, su condición de cómplices marcará en sus trayectorias y hemerotecas la vergüenza de haber sido partícipes de una cruzada injusta, falaz, perversa y culpable de haber llevado al país, de su otrora condición de potencia mundial, a la de república bananera como vulgarmente se la denomina, por el resultado de las últimas gestiones de gobierno.

El capital es cobarde

A la deteriorada situación del país y muy a pesar de la opinión internacional, los primeros en ignorarla han sido los argentinos, incapaces de mirarse al espejo y aceptar la verdad de su imagen, negando la realidad, apoyando la mentira, y discutiendo algo tan evidente como la situación real del país y la profunda crisis social de sus habitantes.

En esto, el sector empresarial sólo defendió sus intereses vulnerando las buenas prácticas comerciales y la competencia leal, y las organizaciones han deteriorado su imagen ante la alarmante aparición de nuevas iniciativas solventadas por el poder con fondos públicos, muchas de ellas con fines ideológicos progresistas, comprometidas con un modelo social que ha traído miseria y promiscuidad no solo a Argentina, sino también a muchos otros países gobernados por tiranos con un modelo basado en la cleptocracia, como se le denomina en la actualidad.

Periodismo militante

Pero un capítulo especial lo ocupa el periodismo, donde un sector se ha pervertido, abandonando la verdad que ha sido reemplazada por la mentira, y la retórica por el discurso ideológico en favor de uno u otro bando.

Ese accionar además conlleva a escandalizar, intimidar, aterrar e influir a la sociedad que se debate diariamente entre la información veraz y las fake de uso habitual.

Todo este ambiente social descrito, nos sólo ha causado las consecuencias que son de público conocimiento, sino también el más grave de los perjuicios, que es  acostumbrar a una sociedad que ese modelo de gestión política no sólo es el mejor, sino también es el más conveniente, por la permanente reivindicación de los valores patrióticos, soberanos, los derechos humanos, muchos de ellos inspirados por la envidia de los que no alcanzan lo que desean.

Quizás la envidia no sólo ha sido inspiración, sino también estrategia política, porque como dijo Thomas Sowell:

«La envidia fue considerada una vez como uno de los siete pecados capitales antes de que se convirtiera en una de las virtudes más admiradas bajo su nuevo nombre; «justicia social»», precisamente el 

termino más utilizado por la gestión que terminó.

Gustavo Rachid Rucker 

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