El proceso imparable del «nuevo paradigma radial» han disparado la oportunidad de miles de soñadores de protagonizar estos tiempos de cambio.
Así se vivió cuando hace muchos años atrás, la Radio histórica marco el ritmo de nuevos emprendimientos y vocaciones basadas en la calidad, magia y excelencia de aquellos maestros que escribieron nuestra historia.
Casi todo lo que nació de aquellos comunicadores, han sido y son fieles discípulos que colaboraron en la prosecución de una historia de jerarquía y que posicionó a la Radio como el medio líder, incluso por encima de la aparición de la televisión.
Nunca ninguna emisora ni comunicador se adjudicó la categoría de ser el mejor o el más destacado, ya que el share y reputación se basaba en el producto radial, algunos de ellos, marcados a fuego por su calidad en los anales de la radiodifusión Argentina e internacional.
Otros tiempos, otros talentos y otros talantes, hoy en extinción, con honrosas excepciones.
En esta vertiginosa transformación, como toda construcción acelerada y desordenada, la calidad y el profesionalismo no son la moneda de uso corriente, ya que la mágica aparición de estos nuevos formatos de medios digitales, no han dado tiempo a que los nuevos «radio men» transiten el camino fundamental de la experiencia, desde la excelencia y la profunda comprensión de un oficio que además de idílico, es claramente un muy duro y exigente ejercicio de disciplina, conocimientos, cultura y comprensión de lo que realmente significa «hacer radio».
Este fenómeno global de «calidad relativa» es congruente con lo que acontece en las RRSS, herramientas complementarias escenciales de la Radio online y medios digitales en general.
Toda una mala utilización de un recurso valioso, hoy tan maltratado como así también el sonido en general de muchas emisoras online, y también muchas publicaciones de medios.
Ya en algún momento escribí que la Radio online reclamaba un espacio que solo dependía su reconocimiento, del nivel profesional con que se desarrollará está transición hacia lo digital, es así, cada día más, pero con muchos condicionamientos, porque mientras algunas Radios, deleitan con su calidad y propuestas, otras rebajan a niveles muy bajos el buen trabajo que nuevos radiodifusores están realizando.
Desde la estética del sonido, la pseudo democratización del éter ha dado paso a una legión de voces inapropiadas, sin articulación, tono ni personalidad, no solo desde lo profesional, sino también desde lo artístico, un verdadero coctail que degrada el concepto de calidad a una mínima expresión.
Otro capítulo que interviene en esta coyuntura, es el referido no solo a la coherencia de la propuesta radial, sino también a la responsabilidad de lo que significa tener un micrófono delante y el uso que debe hacerse del mismo, no desde un concepto puritano del idioma, sino desde una posición profesional para enfrentarse con argumentos y formación a la era de la “posverdad”, no a base de rumores o simplemente mentiras repetidas, que circulan a través de webs y redes sociales, pero si con los fundamentos del Periodismo en cualquiera de sus soportes, mucho más aquellos que aún no están regulados por los poderes públicos desde lo relacionado a la calidad y la legalidad entre otros parámetros.
La calidad y jerarquía tantas veces declamada, y el reconocimiento y respeto de la sociedad que tanto se reclama, también serán sinónimo de legalidad, comercial y laboral de quiénes trabajan en los nuevos medios, y además poder desarrollar una actividad profesional que aunque apasionante, también deberá cumplir con las generalidades de la ley.
Gustavo Rachid
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