“Se entiende la errónea creencia de que cualquiera que cuente algo más o menos interesante en las redes es un periodista”.

No todos son periodistas (aunque se pasen el día contando cosas que pasan)

Dar una noticia o contar una exclusiva, ni escribir en un blog, ni participar activamente en una red social o tener un canal de YouTube, por muchos lectores o seguidores que tenga uno. Tener muchos followers te convierte en influencer (perdonen los anglicismos), pero no necesariamente en periodista.

El periodista tiene un compromiso con la verdad y un deber con respecto a la información. “El hombre común cuando informa ejerce un derecho, el periodista, además, cumple un deber” (Gareis, 2003), “un deber que le encarga la sociedad” (González Ballesteros, 2009).

Así pues, un tuitero -sin más- no es un periodista, como tampoco lo es un influencer; sin embargo, un periodista puede ser ambas cosas.

Son malos tiempos para las libertades informativas y, por ende, para la profesión. Gobiernos dueños de granjas de bots generadoras de desinformación, gobernantes obsesionados con controlar la narrativa, fake news cada vez más indetectables y, finalmente, la confusión entre profesional de la información y otros, cualquier otro.

Algo tendremos que hacer.

¡¡¡Y lo haremos!!!

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