Por un periodismo y comunicación por profesionales

Acabo de cumplir 50 años desde que empecé a dar mis primeros pasos en este apasionante mundo de la música y la comunicación y mi cruzada siempre fue la defensa del profesionalismo, algo que con el transcurso del tiempo se ha ido distorsionando y depreciando en el ámbito de los medios de comunicación, la empresa y la política.

Bajo el dogma de la libre expresión, genuina e indiscutible, se han ido infiltrando sutilmente una verdadera industria de parlanchines y junta letras que hablan y escriben bajo el título de «periodistas y escritores», algo que ha colaborado para que la comunicación baje de categoría y resulte cada día más incrédula, lo que genera escepticismo, desconfianza, suspicacia, sospechas y dudas sobre esta bendita profesión, y el servicio que presta a la sociedad global.

Las ideologías han hecho su trabajo también, ya que la compra de un improvisado es muy fácil a la hora de sumar un parlanchín que venda su alma y el honor a la verdad de su amo, algo inimaginable en un periodista y comunicador profesional, que a pesar de ello, los hay.

Cambio de gobierno, apertura de pases

Los cambios de gobierno y gestión suelen ser una clara muestra del desfile de inescrupulosos que persiguen el negocio sin saber quién financia y despreciando una conducta profesional marcada por los parámetros deontológicos sólo respetados y practicados por los verdaderos profesionales de la comunicación. 

Su desprecio es algo casi lógico si se trata de parlanchines y junta letras, ya que ellos no están alcanzados por ninguna concepción deontológica, no tienen profesión y sólo se rigen por el oportunismo.

Ese denominado periodismo militante es un triste catálogo de oportunistas que ignoran la verdad y adulan el mensaje oficial, perdiendo el rumbo y escribiendo una página de su trayectoria que avergonzará a sus descendientes y su reputación ante la sociedad, que los homologará con la más triste lista de adjetivos calificativos que estigmatizarán su vida y credibilidad.

Nuevas aventuras de emprendedores que terminan en fracaso

Como dije, la comunicación con el transcurso del tiempo se ha ido distorsionando y depreciando en el ámbito de los medios de comunicación, la empresa y la política. Esto ha abierto un nuevo hobby que es el de los nuevos medios; peligrosos nidos de oportunistas y fracasados que los une un factor común: llevar la charla del bar al micrófono o al medio digital, algo que dista meridianamente de ejercer con verdadero profesionalismo la comunicación.

Todos los medios escritos y audiovisuales padecen este estigma, que aunque favorecen sus costos operativos y de producción, deprecian su valor y calidad, y eso ya es sinónimo de diferenciarlos de las nuevas empresas que sólo suman periodistas y comunicadores profesionales probos y con trayectoria comprobada, empresas que siguen garantizando la buena reputación de la comunicación.

Si en lo profesional las cinco palabras clave son: trayectoria, profesionalismo, calidad, capacidad y experiencia, para el modelo emprendedor – aventurero las cinco palabras clave son: inexperiencia, oportunismo, hobby, irresponsabilidad y lego.

Los cambios en el mundo y en particular la comunicación, suponen una transformación que debemos orientar desde el profesionalismo y gestionar con calidad y docencia, colaborando en aquellos ámbitos en donde nos toque actuar; principalmente armando equipos de periodistas y comunicadores profesionales que tendrá como consecuencia que la buena reputación de su participación y trabajo será garantía de calidad.

Scroll al inicio