«De un sector que reclama el respeto y reconocimiento, que depende del sector mismo».
Irrefrenable en su crecimiento e instalación, la Radio online ha ocupado un espacio de consideración en la propuesta mediática digital en todo el mundo en los últimos años y se ha visto como un referente informativo durante esta pandemia mundial que nos ha tocado vivir, ocupando el espacio que ha dejado la obsoleta FM, sin alcance, y sin identidad propia, aventura y hobby de algunos.
Su fácil y económica instalación ha permitido a una legión de soñadores contar con una, y «hacer radio», pero esa positiva libertad de ocupar un espacio que en general aún no está legislado, ha permitido que los más básicos conceptos de profesionalismo y excelencia mediática, propias de la academia, y sustentada por las organizaciones periodísticas de todos el mundo, hoy esté en peligro.
Aquí reside el primer postulado que plantea este nuevo formato de transmisión radial: ¿las radios online deben ser dirigidas y trabajadas por Periodistas y Profesionales de la Comunicación probos y con experiencia, o por quien tan solo desee y pueda ocupar un espacio radial?
La respuesta, aunque obvia, es hoy no solo motivo de discusión en ámbitos profesionales donde se cuida la excelencia y seguridad laboral, sino también en numerosos escenarios que miran con preocupación este crecimiento desordenado y poco profesional de un medio tan fascinante.
No existe un modelo concreto de Radio online, todos parecen «supuestamente» atractivos, dotados de una absoluta libertad de expresión en sus programas y propuestas artísticas, pero no todos a pesar de su «genialidad radial» son hoy solventes y rentables, y menos aún atractivamente audibles.
La precariedad laboral, la falta de habilitaciones de instalaciones que no cuentan con los espacios vitales y profesionales mínimos, son en gran parte una característica de las emisoras online de hoy en día, que muchas veces buscan «su perfil», que nunca encuentran.
Esos y algunos otros factores, son los que en el concepto de «hacer radio», o apelando a una pseudo locura de esta «aventura radial», deforman y precarizan los postulados y principios deontológicos y profesionales que siempre han conducido la forma correcta y profesional de hacer radio, calidad que nos ha conducido hasta estos días de cambio.
“De aquellos maestros venimos», pero por lo que se escucha, ya parecen olvidados.
Quizás este modelo de «baja calidad» comenzó a construirse años atrás cuando en los medios analógicos; AM y FM, la invasión de «expertos y «opinólogos» quitó prestigio y calidad a la propuesta radial, repleta hoy de voces que aunque libres, adolecen de nivel profesional para conducir u opinar en tantos programas radiales. Ni hablar de los «tonos», y los «tempus» de esas voces.
También el factor de una precaria formación profesional de periodistas y comunicadores ha dado espacio a esta irrupción de «voces libres» que se han afincado en la magia de la radio, ya que la precaria y baja formación en lo referente a «cultura general», es actualmente una característica muy marcada de los nuevos profesionales de la comunicación.
Como todo escenario complejo, la jerarquización y crecimiento de este espacio mediático digital estará en manos de los propios radiodifusores y organizaciones que regulen y trabajen en pos de alcanzar una calidad de radios y programaciones que respalde el respeto y la reputación que estos medios exigen, pero en estos días, con la presencia condicionante en el mercado de un oyente cada vez más «fino» y exigente, y de un sector que pauta sus patrocinios y publicidades produciendo productos de calidad, hechos por profesionales y desde ya, singulares.
Profesionalismo periodístico y radial, voces educadas y adecuadas, programación atractiva e innovadora, artística y musicalización acorde, serán los pilares de crecimiento de un sector que reclama el respeto y reconocimiento, y que depende, como no podría ser de otra manera, del sector mismo.
Gustavo Rachid
@rachidgustavo