Remitir el reinicio de las relaciones entre Argentina y España a la figura del Presidente Macri, recibido por un Rey, o al duelo de estilos de la Reina anfitriona y la Primera Dama visitante, no es más que una muestra de los traumas que ha ocasionado en la sociedad de los argentinos el haber estado aislados del mundo durante tantos años.
España ha puesto sus mejores galas para recibir a Argentina en la figura de su Presidente, unas galas no basadas en la ostentacion como algunos opinologos manifiestan, sino de tradición histórica e institucional de una monarquía parlamentaria como es el Reino de España.
Sólo recuerdo un marco similar cuando visitaron España, el Papá, y algún otro Presidente de una de las grandes potencias Internacionales, por lo que es todo un verdadero orgullo para la República Argentina que España la reciba y considere con tal alta estima.
La relación entre los dos países, deterioradas durante algunos años por la voluntad política de algunos de sus gobernantes, es en realidad, una relación natural y ancestral que significa para ambos países una oportunidad histórica de construcción de una nueva relación en un mundo muy convulsionado y cambiante.
Ambos Estados representan la llave de ingreso a sus bloques políticos y económicos de países en ambos continentes, como son el Mercosur y la Unión Europea, dos poderosas regiones que hoy tienen una oportunidad histórica de protagonizar uno de los bloques país más importantes de la Aldea Global a partir de los cambios que el nuevo posicionamiento de EE.UU. ha puesto en marcha.
En este magno escenario de un nuevo tiempo de integración y unión, la pacateria local e ibérica, siempre protagonista, con una profunda concepción populista, en su especialidad de exacerbar la disconformidad de la gente que no lo está pasando bien, han desplegado su obsoleto y mediocre discurso populista criticando este encuentro en pos de reclamos de mayor atención a los problemas socio económicos internos de cada uno de estos dos países, en lugar de tanto acto y coctail.
Un claro discurso que muestra las consecuencias de los traumas que ha ocasionado en la sociedad de los argentinos el haber estado aislados del mundo durante tantos años, y en el caso español, una brazada de ahogado de una izquierda progre y nacionalista que se beneficia de un importante cupo de ciudadanos iletrados y desconformes, remando a contra corriente de los nuevos tiempos y desafíos que esta cambiante Aldea Global en la que vivimos, nos pone a prueba día a día.El retorno a las relaciones entre Argentina y España, no tiene tinte ideológico ni partidario, ya que las especulaciones insensatas y poco informadas de los opinologos de turno, no son más que un argumento poco sustentable de opinar por opinar, en lugar de aplaudir y agradecer estos tiempos en donde seguramente ambos países impulsarán el bilateralismo social y económico en base a sus potencialidades e intereses, y el inicio de un magnífico camino de oportunidades que sirva para el crecimiento de ambos pueblos hermanados desde siempre.