45 años y pico
Redacción AC
Resulta difícil aunque útil hacer una suerte de evaluación de tantos años de esta apasionante profesión con la debida precisión y lejos de la pasión.
Siempre las compariciones son odiosas, pero dadas las circunstancias de la actual coyuntura creo que la experiencia con tantos aciertos y fracasos, con tantos buenos tratos y maltratos, supone todo un aporte para quienes verdaderamente aman este sano vicio que es la comunicación.
Cambios; ¿evolución o involución?
En lo tecnológico la evolución de canales y herramientas ha sido explosiva, pero en lo concerniente a la comunicación basada en la formación y trayectoria es hoy un grave mal que deprecia las capacidades intelectuales de los periodistas y comunicadores.
Esta suerte de sistematización que nos aleja de los libros y nos acerca a las teclas del copia y pega / IA, es un modelo que ha atentado contra el periodismo que estudia, investiga, piensa y es capaz de sacar conclusiones para informar en forma adecuada y veraz.
No trabajar, vivir y vibrar con esta profesión es perderse el final de una película apasionante que nos deja con un sinsabor de lo que significa desde siempre el riesgo de ser periodistas, ya que el periodismo profesional incluye en el sueldo condiciones laborales adversas e injustas, que son parte de la pasión y la adrenalina que necesitamos y padecemos.
Postureo y de profesión trepador y militante.
No dejemos que el postureo de quienes ambicionan salir en la foto modifique estas tradicionales adversidades, hoy la comunicación en particular padece una depreciación que quita credibilidad a gran parte de los periodistas y medios de comunicación, salvo honrosas excepciones.
La transformación y esa depreciación del periodismo impone nuevas técnicas, intolerables para el ejercicio profesional adecuado y respetuoso.
Pandemia de «iletrados y juntaletras»
Ya citado en muchas de mis notas, ese espacio que han dejado los periodistas y comunicadores abdicando a ejercer desde la excelencia y la decencia de esta profesión ha minado de «opinadores» y «opinólogos», además del daño que propinan a la sociedad y las democracias, solo en mi caso puede ser respondido con esta frase, ante las injurias que nos propinan a menudo a los gerontes: ¿qué hacías tú hace 45 años atrás?. Una respuesta antídoto que se ve respaldada por los beneficios de una trayectoria construida durante tantos años, en tantos lugares, tantos escenarios, con tanta gente y en tan variados «paisajes».
Y de eso se trata: trabajar con decencia y lejos de los sobres y las «inocentes» dádivas, da como resultado que nadie se meta con uno, que nadie te toque o que no vaya más allá de las habituales amenazas típicas de los matones, y es porque uno les conoce absolutamente todas sus malas acciones y bajuras, porque hemos investigado a todos y sabemos casi todo de ellos, o al menos cosas muy «interesantes».
Continuará…
Gustavo Rachid Rucker